Comunicación acústica en cetáceos

 

Los cetáceos dependen fuertemente de la comunicación sonora para sobrevivir, debido a las condiciones particulares del ambiente marino, donde la propagación del sonido es mucho más eficiente que la de la luz. Las vocalizaciones de las ballenas, especialmente de las especies de misticetos, están compuestas por cantos de baja frecuencia que pueden viajar cientos de kilómetros. Estos cantos cumplen diversas funciones, desde la atracción de parejas hasta la navegación y la cohesión grupal. Cada especie presenta repertorios vocales específicos, estructurados en patrones complejos que pueden variar en el tiempo y el espacio.

En particular, la ballena azul (Balaenoptera musculus), la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) y la ballena sei (Balaenoptera borealis), todas presentes en el Océano Austral, han sido objeto de estudio en otras latitudes por su riqueza vocal. Sin embargo, sus vocalizaciones en la región antártica aún no se encuentran completamente caracterizadas, y existe una brecha significativa respecto de su variabilidad espacio-temporal y su vínculo con condiciones ambientales locales.


Ballena con su cría. Tomada de https://chileestuyo.cl/dia-de-los-oceanos-cuidemos-nuestra-larga-y-variada-costa-chilena/ballena-jorobada-oceano-chile/

La Antártica como ecosistema acústico y sus amenazas

La Antártica representa uno de los ecosistemas marinos más productivos del planeta, especialmente durante la temporada estival, cuando el hielo se retrae y florece el fitoplancton, base de la cadena alimentaria del krill antártico (Euphausia superba). Este pequeño crustáceo, a su vez, sustenta a numerosos depredadores superiores, incluyendo a varias especies de ballenas.

Durante las últimas décadas, el Océano Austral ha experimentado una transformación significativa. El aumento de la temperatura del mar, el retroceso del hielo estacional y el cambio en la distribución de presas han alterado profundamente el equilibrio ecológico. Además, la intensificación del tráfico marítimo polar, tanto científico como turístico, ha introducido un nuevo componente: el ruido antropogénico submarino.

Este ruido, generado por motores, sonares y actividad industrial, tiene el potencial de interferir con las señales naturales emitidas por los cetáceos. Tal interferencia puede generar enmascaramiento acústico, dificultando la comunicación entre individuos, desorientación, alteraciones en el comportamiento reproductivo o incluso abandono de hábitats clave. Por ello, comprender cómo responden acústicamente las ballenas a estos cambios es urgente y de alto valor para la conservación.

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